miércoles, 16 de noviembre de 2016

Portazos

"Le gritó al amor de su vida que se fuera, que se convirtiera en portazo, le gritó que dolía, que no podía vivir más con ella, que no pronunciara su nombre si no era para despedirse"

Ahora, está sentado en una de esas terrazas tan transcurridas de Barcelona, está tomando una cerveza fría a las doce del mediodía en pleno Noviembre. Lo veo solo, escribiendo en un bloc de notas que le regalaron hace unos meses, está tan guapo.

Me imagino que de todo lo que hay escrito ahí, nada lleva mi nombre, nada describe mi sonrisa, no habrá escrito ni siquiera que día grita hoy el calendario.

Yo, me acuerdo de todo,  hoy me habría invitado a unas copas en un garito dos calles más abajo de dónde estamos, me habría llamado preciosa y yo lo habría combertido en casa incluso antes de que me enseñara sus hoyuelos.

Ahora, estamos tan separados como él quiere, él escribiendo sobre alguna teória estúpida sobre el amor y cómo no hay que creer en él, y yo intentando no olvidarlo.

Porque una vez me susurró que yo era el amor de su vida e hizo que creyera en los para siempres, pero, no exsisten verdad? Porque si lo hiciesen, yo le invitaría a la siguiente cerveza y él estaría escribiendo sobre mi.

Pero me gritó, me dijo que cerrara la puerta, que dolía.

Me combertí en portazo.

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