Cierra los ojos cariño, voy a contarte una historia. Cuándo era pequeña soñaba con ser famosa, artista, que todo el mundo me conociera, veía la vida llena de todos mis colores favoritos, siempre salía el sol, bailaba con mis peluches al compás de alguna canción para niños. Me rompieron el corazón una vez, sonó como si muchos cristales se hubiesen caído al suelo y alguien los pisara, muchas vezes. Aprendí a verme reflejada en ellos, limpié el suelo y esperé a qué con un poco de pegamento y bastantes tiritas volviera a arreglarse, no era muy manitas. Me hice adicta a varias personas tristes, me creia una de esas heroínas que salvan el mundo en los libros del cole, queria reparar los corazones de personas que salian los domingos por la noche a beber como queriendo encontrar alguna respuesta en el fondo de su copa. Creo que la segunda vez que me rompieron el corazón dolió menos, me hice amiga del insomnio, empeze a escribir, esta vez no sonaron cristales, ahora parecia como si alguien hubiese dado un golpe muy fuerte a algo hueco, hubo un bonito silencio. Busqué chicos locos, con tendencia a no enamorarse y adictos a una vida no apta para cardíacos. La vida ya no dibujaba con mis colores favoritos, me empezó a gustar de más la lluvia, seguía con mi complejo de heroína. Supongo que algunas cosas nunca cambian, pero cariño, ya nadie baila.
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