viernes, 2 de septiembre de 2016

Me quería.

Me susurró una vez que me quería, iva borracho, eran las cuatro de la madrugada y septiembre asomaba su fea cabeza.

A la mañana siguiente no se acordaba de nada. Preguntas como '"bebí mucho anoche?'", '"dije algo ridículo?'", '"hice algo que te molestara?'", salían por esa boca que horas antes me había susurrado que me quería.

No volvíamos a hablar, salió con otras faldas, encontró al amor de su vida, la llamaba preciosa y la miraba como si fuese su salvavidas.

Yo en cambio, a día de hoy, sigo acordándome de cómo se me erizó la piel cuándo un día de septiembre me susurró que me quería.

Recuedo su aliento con sabor a ron, cómo me llamaba preciosa o la forma en la que me mirava, creyendome su salvavidas.

Y ahora, que putada el que fuera borracho y no se acuerde de nada, que ese recuerdo sólo lo mantenga yo.

Que putada que me mire y no recuerde que un dia de septiembre me susurró que me quería.

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