Digamos que se llama Claudia. Ha Claudia le gusta salir después de las doce de la noche, bailar en el garito que está justo debajo de su casa, que la música suene muy alta y que algunas canciones sean sus favoritas. Está colada por el camarero que hay detrás de la barra.
-Una cerveza y dos chupitos de tequila, esta noche hay que celebrar. Su camarero se lo sirve y le giña un ojo.
-Guardame un baile preciosa. Celebraremos lo que quieras.
A Claudia le apasiona bailar y su camarero le ha hecho la promesa de bailar mas tarde. Son las dos de la madrugada y Claudia hecha de menos a Héctor.
Digamos que se llama Héctor. Héctor tiene la mala costumbre de fumar cuando esta nervioso, y últimamente, está nervioso siempre. Ha tenido ha una chica diferente desfilando por su cama y ha todas le ha puesto su nombre. Esta noche ha salido a un garito con unos amigos y esta dispuesto ha ponerse en manos del olvido.
Son las dos y media de la mañama y Héctor va etílico, se acerca a la barra a pedir una cerveza pero el camarero esta bailando con una morena de piernas largas.
-Oye, cuando acabes con la morena, ven tio, necessito una cerveza, esta noche estoy celebrando.
Claudia se queda paralizada, sabe que es él, se gira lentamente y lo ve, en toda su gloria, con una camiseta gris desgastada y unos pantalones tejanos, sige fumando, y ahora a Claudia le encantaria ser ese objeto inanimado, su vicio, esa pequeña arma que roza sus labios y se lleva su oxígeno. A Claudia le puede el pánico. Mientras intenta disimular el vértigo que se ha formado en su pecho, le susurra a su camarero.
-Ve, yo voy a retocarme el maquillaje, y de paso invitame a otro chupito. Claudia se escapa por la puerta de atrás, como una cobarde, no puede con el ritmo que ha pillado su corazón y por desgracia ese ritmo no es gracias a su camarero.
Héctor ve a la morena de piernas largas marcharse sin decir adiós, la ve salir corriendo por la puerta trasera y siente como si la conociera, no ha llegado a verle la cara, pero algo le resultaba extrañamente familiar. El camarero le da la cerveza y le sonríe de forma cómplice
-Y esa morena con la que bailabas? Estaba buena, tenia unas piernas.. No me importaria cambiarle el nombre y hacerla mía. El camarero con una mirada extraña lo mira.
-A esa morena no le interesa nadie, te lo aseguro, le rompieron el corazón, brutalmente, ahora sale después de las doce y baila con todos los tios que se parecen al capullo que le hizo daño. A veces, cuando estamos solos, me llama por su nombre, está bastante jodida.
A Héctor se le ha secado la garganta, hoy se suponía que era un día para celebrar, hace tres años que había conocido al amor de su vida y uno que no se veían.
Después de tanto tiempo, si te reencontraras con el amor de tu vida y fueras puesto de alcohol hasta las venas, aunque solo la vieras de espaldas y unos minutos, la reconocerias?
Héctor se pregunta eso desde aquel día.
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